miércoles, 15 de febrero de 2023

La infantilización de los procesos de contratación




 ¿o la ridiculización? Dentro de las tendencias que los tiempos nuevos han ido estableciendo, se encuentran las asociadas al mundo laboral, nada ajenas a la cotidianidad y nada ajenas a ser impactadas por las personas que están inmersas en él.

No deja de causarme curiosidad, la tendencia a la infantilización de los procesos de contratación, empezando con las formas en las que piden las hojas de vida, las preguntas en las entrevistas de trabajo, esos escritos en los que piden que les cuentes a desconocidos con detalle sueños, metas y aspiraciones, también que describas de manera novelesca por qué deseas trabajar en ese sitio como si en vez de buscar trabajo, estuvieras buscando pareja.

Ahora hay que enamorar al reclutador, que en muchas ocasiones tiene más creatividad que experiencia, desde donde yo lo veo, no hay necesidad de infantilizar las entrevistas de trabajo. La gente quiere trabajar, necesita trabajar, pretender que las personas vean a las empresas como lugares soñados raya en lo absurdo, los procesos se hacen tediosos y hasta humillantes.

Ahora, no se vaya a entender que no se deban procurar buenos ambientes laborales dentro de las organizaciones, ni deban dejarse de lado las buenas practicas organizacionales, pero de ahí a querer ser un objeto del deseo, es más egocentrismo corporativo que otra cosa.

Deberían varias preguntas y dinámicas estar vetadas de las entrevistas, por absurdas, porque se sabe que no las van a contestar desde la verdad, sino desde las mentiras que el entrevistador quiere escuchar, o lo que el candidato crea que el reclutador quiere escuchar, porque se contrata con base en el cuento mejor echado.  Y estamos muy viejos para andar echando cuento pendejo, muy jodidos para gastar saliva en respuestas prefabricadas que no nos creemos, ni nos representan; porque la imaginación es para otra cosa, no para ser desperdiciada en inventos que satisfagan a alguien a quien no conocemos, cuando en la cabeza solo llevamos la preocupación de lograr ser empleados y pagar las cuentas y las deudas.

Ningún adulto en su sano juicio quiere responder:

1. ¿qué clase de súper héroe quiere ser?

2. ¿en qué se gastaría una cantidad determinada de dinero?

3. ¿Cuál ha sido la decisión más difícil de su vida?

4. ¿Cuáles son tus defectos?

Nadie quiere llegar a hacer dibujitos cuyos resultados no los va a evaluar un psicólogo o un profesional, sino alguien que descargó de internet un formato y una que otra explicación de resultados, pero que sin la experticia requerida, son solo una prueba de habilidades artísticas.

Nadie quiere redactar ensayos cual tarea de filosofía del colegio, resolviendo de manera hipotética los problemas del mundo, de las empresas o la vida corporativa,  que nadie va a leer, porque o el puesto ya tiene dueño o de entrada se sabe que es el lleno de formalidades que van a parar al cesto de la basura. 

entre un largo etcétera y la explicación es sencilla: para que la respuesta del candidato sea válida, debe serlo en la cabeza del entrevistador, es decir, ¡sustento no tiene!, es dejar libradas tus necesidades a la suerte y la adivinación, cosas que no sirven para calificar las capacidades laborales, ni las habilidades sociales de nadie. 

Yo entiendo que la sola hoja de vida no basta para conocer a una persona, pero no rayemos en lo absurdo, en el uso de triquiñuelas bobaliconas, que no sirven tampoco para conocer más de alguien, ni mucho menos definen a nadie, en las que además hay un gran porcentaje de certeza en que lo que se diga sea mentira.

Y es que pareciera que nos fascinan las mentiras, el postureo, el tener razón y la obsesión de rodearse de personas que no contradigan lo que damos por cierto.

Las entrevistas de trabajo se volvieron igual de ridículas a las preguntas en los reinados, no se diferencian mucho, es el mismo libreto infantil, fantasioso, que quiere muestras de moral y ética elevadas (pero iguales a las del que hace la pregunta) que no entiende de los nervios de quien está respondiendo, que anula la preparación y desdibuja el esfuerzo hecho en otras áreas. No logran su cometido, no abarcan lo importante, se volvieron otra pendejada más que superar en el tortuoso camino de la búsqueda de trabajo. 

Y por si acaso me van a malinterpretar, no es mi intención catalogar a las entrevistas de trabajo, ni a los procesos de contratación de innecesarios, son válidos y son necesarios, pero requieren ser llevados a cabo por personas expertas, empáticas, que sepan lo que hacen y que sepan evaluar y medir los resultados. No más creativos sin experiencia, infantilizando procesos, humillando personas y destruyendo expectativas. 



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