Con mucha frecuencia,
leemos y pretendemos que las personas que ostentan el cargo de “jefes” y “jefas”
sean el modelo perfecto de estabilidad mental, liderazgo, que tomen decisiones
infalibles, que sean como un almíbar con los suyos e implacables con
proveedores y competidores
Se esperan tantas
cosas, que los seres humanos normales, raramente son todo el tiempo. Se les
exige a personas normales, convertirse en budas, mientras el resto se mantiene
en su cómoda humanidad, libre de estas exigencias, ¡los y las jefes son humanos!
De acuerdo a la
definición:
El jefe es la cabeza de una organización. Se trata de una persona que se encuentra
en el puesto superior de una jerarquía y que tiene las
facultades necesarias para mandar a sus subordinados.
Y es que no me
malinterpreten, no estoy diciendo que se tengan que aguantar energúmenos,
arbitrarios, violentos, ni nada que se le parezca. Pero si pido algo de comprensión
en la dimensión humana y personal a esos seres, que haciendo lo mejor que
pueden, no son perfectos.
Las y los jefes, en
general, han sido objeto de duras críticas, cortesía de algunos que
personifican la viva imagen de un ser tiránico, despiadado, carente de todo
sentido de empatía; pero aterrizando a la realidad, no todos son así, sin
embargo, a todos se les quiere encasillar … ni que decir, juzgar, porque les
han repetido que quienes ostentan posiciones de jefes o directivos, deben ser una
especia de buda empresarial.
No estaría de más,
recordar que esas personas son como tú y como yo, seres de carne y hueso, con
emociones que a veces saben o no manejar; que tienen una vida personal, familiar;
que son padres, amigos, hermanos, pareja.
Que también, como tú,
pasan por situaciones difíciles en su vida fuera del ámbito laboral.
Que llegan a trabajar
sin haber dormido, por atender un familiar enfermo, una emergencia, por
sentirse mal.
Quieren tirar la
toalla, de vez en cuando, igual que todos, porque como a todos, de vez en vez
les gana la desesperanza
Sienten cansancio,
hambre, frustración, miedo; batallan con traumas; con corazones rotos
Cargan sobre sus
espaldas responsabilidades; también tienen sueños que, en vez de acercarse, se
alejan
También quieren ser
escuchados por respeto y no por obligación
Les encantaría no ser
el blanco de tantas críticas malintencionadas, de chismes. Porque en la vida
laboral, como en el deporte: todos parecen saber más y como hacerlo mejor, que
aquellos que están jugando; porque desde la comodidad de la crítica todos somos
expertos.